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Sunday, December 11, 2011

Edad Obscura - Juan Liscano (1915-2001) Caracas

el poeta Juan Liscano


-por Alberto Hernández-

1.-
El eco de Juan Liscano se derrama sobre la Cruz del Sur y la inclina hacia el costado de la crítica, como motivación de quien sabe de las convulsiones y sobresaltos que nos tiene reservado el mismo hombre. El futuro, esa discriminación del tiempo, define la duda y el silencio atado a las palabras. Una edad en la que estamos instalados, sometidos por un rato de extravíos, de tormentas.

La pérdida del paraíso es la constante en Edad obscura, editado por vez primera en 1969.

La voz de este libro es la de un poeta perdido en el tiempo, sólo avizorado por la confusión, la misma que Robert Penn Warren (citado por Juan Carlos Santaella en el ensayo ¿Una escatología literaria posmoderna?) señala acertadamente: y cuando se llega a los escritores después de la segunda guerra mundial, se encuentra el mismo tema agravado por una visión del ser humano encarado a una sociedad mutilada y aún sádica y a un creciente espíritu general de protesta, de desesperación, desorientación, violencia y transacciones amorales en todos los niveles. Liscano ha mantenido, desde todos sus tiempos, esta posición: el hombre fue inocente, libre del miedo a un poder extraño. Desde este libro, el terror tecnológico, la pérdida incesante de la orientación humana.

Comí de la fruta prohibida
perdí la inocencia, la tersura, tuve hijos,
-frutos humanos decimos-
¿para el bien? ¿para el mal?
¿para continuar la guerra de la tentación
De la caída y de la expulsión del paraíso
y transmitir golpes, desgracias, pedazos
y andar más cargado, más perdido en el tiempo?


2.-
Liscano escribe desde la desesperanza, desde una página donde el futuro omniabarcante desfigura la voz y la mirada del hombre.

Sólo el amor, la palabra balsámica, la poesía, pueden revelar –que no salvar– el tránsito de quien protagoniza su propia tragedia.

Un día sombrío nos somete: No estoy muerto. Duermo./ Somos tantos ahora yo y tú/ acorralados pero juntos/ dormidos despiertos/ más adelantado yo/ mayor en la edad obscura/ y tú menos, soñando historias reales,/ símbolos que devuelven la imagen de tu vigilia.

En este libro –tan vigente aún– el poeta de Cármenes busca las fuentes, como dice Antonio López Ortega, para orientar mejor la marcha. No obstante, Liscano va más allá, se desliza por las imágenes del pasado, las toca, regresa a los ritos de sangre y desde la amada mira el porvenir. Es decir, de la desesperanza a la aproximación de un destino cierto o, al menos, llevar juntos la marca de la destrucción, tomados de la mano.

Un país, un universo, late en la chatarra que emerge ruidosamente y nos agrede. El poeta no se esconde, irrumpe en medio del dolor para hacerle frente a la ruina, a la oscuridad recorrida por las páginas de un alarido, como aquel de Ginsberg, o el que tantas veces nos aproxima al oído de Mariño Palacio.

Lo más nuevo es una ruina que empieza/ lleva su grieta de nacimiento/ su hendidura natural/ la herencia de las destrucciones/ y del pecado original de haber nacido. Predestinados, sujetos a un sino enmascarado, criminal, plástico. La historia se deshace, se devora ella misma. Lo que se construye, destruye. Entonces, regresamos al olvido. Sin embargo, Miro gestos en la luz antigua/ el andar de animales sueltos e inocentes, como desde allá, del eco del pasado, nos convocaran.
Para clausurar el último tiempo, el poeta toca con dedo lapidario:
De las cosas que hacemos a la cosa que somos
pasa el tiempo o pasamos nosotros
sin advertir que las cosas acaban con nuestra causa
que nos volvemos cosas de las cosas.

Libro de obligada lectura para saber de qué estamos hechos, en éste y en el otro tiempo que nos queda.

AH.


El poeta, ensayista, crítico, articulista, folklorista, periodista y etnomusicólogo venezolano Juan Liscano Velutini (1915-2001) nació en la ciudad de Caracas. Estudió la primaria en su país natal y la secundaria en Europa. Realizó cursos de Derecho y Antropología en la UCV de Caracas. Desarrolló una amplia labor periodística para diarios venezolanos y extranjeros. En 1938 fundó la revista literaria Cubagua —Caracas— y desde 1964 fue director de la revista Zona Franca. Escribió importantes trabajos de crítica literaria y recibió numerosas distinciones y premios. Escritor vigoroso, laborioso y combativo que cantó las inquietudes de su generación y de su tiempo, lo que quedó reflejado en su vasta producción literaria.


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