M u l t i n a t i o n a l - B l o g - o f - A r t - a n d - L i t e r a t u r e - f r o m - D e n v e r

Monday, November 14, 2022

LAS “ANOTACIONES” DE CADENAS EN DON MIGUEL DE CERVANTES

 

—por Alberto Hernández—

 


1.-

¿Qué no dejó escrito don Miguel de Cervantes en Don Quijote? ¿Qué temas no se planteó? ¿Qué aventuras no vivió mientras cabalgaba alucinado por las sabanas de La Mancha?

 

Se habla de la novela total, de la obra narrativa que recogió el mundo y sus asuntos todos. La novela que se pasea en todas las lenguas a través de un personaje cuya locura ha sido la más iluminada lucidez que perdura y perdurará mientras exista humanidad.

 

Rafael Cadenas hoy se ha encontrado con Don Miguel. Y desde todas las angustias vividas y por vivir, en sus “Anotaciones” el venezolano se ve con el manchego para seguir viajando en el idioma que comparten.

 

Cadenas escribe como si Don Quijote lo acompañara en su porfía:

 

“Los días del humanismo están contados. Todavía le queda el amparo de las universidades –no de todas- donde debe justificarse, demostrar que es necesario, rendir tributo a la sociedad utilitaria…”

 

Don Quijote se enfrentó a los molinos de viento creyendo que eran gigantes, porque la humanidad estaba en peligro. Su humanismo, su locura, consistía en rescatar lo insalvable. No obstante, esa porfía –la de ambos autores- continúa: es necesario que el ser humano se humanice y para eso debe la escuela ser la tutora de esa humanidad descalabrada.

 

También escribe Cadenas. Y lo hace desde su herramienta humanista:

 

“La quiebra de la lengua es la quiebra de la cultura, de la sociedad y del espíritu. Es tan indeciblemente importante enseñarla bien….”

 

Cervantes, el mayor defensor de su lengua: Su personaje, Don Quijote, lo decía con creces. El buen uso del idioma favorece las aventuras del vivir.

En estas coincidencias Cadenas y Don Miguel se hermanan a través del loco personaje que sigue cabalgando por la llanura castellana.

 


2.-

¿Contra quién luchaba Don quijote?

Rafael Cadenas lo advierte con estas palabras, las mismas que en algún espacio de la gran novela están vertidas con expresiva riqueza:

 

“Hemos entrado en una barbarie…Después de todo, los bárbaros portan una energía que avigora civilizaciones cansadas. En nuestro tiempo es la sociedad la que, revestida de progreso, se barbariza. Se trata de una destructividad “inteligente”. Hay algo fanático en el progreso que conocemos”.

 

Cervantes también anduvo con esas reflexiones a cuesta. Su personaje luchaba contra la barbarie, contra las injusticias, contra el odio y la incultura. Su lúcida demencia fue producto de haberse instalado en la imaginación: una locura que consistía en salvar el mundo que lo rodeaba. Un aventurero, como suele ser todo poeta.

 

3.-

A las alucinaciones de Don Quijote se puede aproximar este texto, porque no se trataba de obligar a nadie a ser como él era: un viejo flaco sobre un también flaco caballo, acompañado de un alter ego que lo contrastaba, que lo completaba.

 

Cadenas dice:

 

“Los poetas no convencen.

 

Tampoco vencen.

 

Su papal es otro, ajeno al poder: ser contraste”.

 

Esta quijotesca figura venezolana sigue peleando con gigantes. Sigue haciendo la poesía que seguirá siendo, como sigue siendo el caballero de la triste figura: derribar las sombras, borrar el poder que siempre ha afectado al humanismo.

 

4.-

El Premio Cervantes que le ha sido concedido a Rafael Cadenas es una reafirmación de su quehacer, de su quijotesca y poética insistencia. Un tributo que marca un hito en la historia de la literatura venezolana y americana que habla español. Que habla todos los idiomas.

 

 

 

 

Monday, April 25, 2022

PANDEMIA, LENGUAJE Y LITERATURA

por (*) Luis Fernández-Zavala, Ph.D.

El artista de genio no cambia la realidad, lo que cambia es nuestra mirada.
La realidad sigue siendo la misma,
pero la vemos a través de su obra,
es decir, de un lente distinto.
Este lente nos permite acceder a grados de complejidad,
de sentido,
de sutileza o de esplendor que estaban allí,
en la realidad,
pero que nosotros no habíamos visto.
-Julio Ramón Ribeyro



En los últimos dos años de crisis sanitaria global, las palabras cuarentena, pandemia, epidemia, confinamiento, peste, y por supuesto, Coronavirus vienen siendo de uso común y las más buscadas en el Diccionario de la lengua española. Hay una necesidad natural de entender lo que nos está pasando y para ellos usamos el lenguaje. El lenguaje es “conciencia práctica” (según Marx) y nos ayuda manejar la cotidianidad.

Hablar de cuarentena en estos tiempos es común, pero poco tiene que ver con su origen medieval. La RAE define cuarentena como: “aislamiento preventivo a que se somete durante un período de tiempo, por razones sanitarias, a personas o animales”. La autoridad sanitaria (doctores, CDC, ministerio de salud) pueden ordenar una cuarentena por 5, 14, 30 días, etc. Durante la peste negra (bubónica) del siglo XIV se mantuvieron aislamientos de 40 días porque ese fue el número de días que Jesús pasó en el desierto (cuarentena = cuarenta días). Otras referencias al número 40 dentro del cristianismo son: 40 días de diluvio, 40 años de la marcha del pueblo judío por el desierto, 40 años de Moisés y Elías en la montaña y 400 años que duró el pueblo judío en Egipto. Tiempo para rezar, tiempo de sacrificio, de arrepentimiento, de limpieza espiritual. La mano de Dios estaría presente para llamarnos la atención sobre nuestra vulnerabilidad y/o nuestra culpabilidad. Hoy en día, los días de cuarentena tienen una base científica:  es el período en que el virus (no una bacteria como en la peste negra) se manifiesta a través de síntomas, es el tiempo de incubación del virus en el organismo humano. Cualquiera que sea la base de la cuarentena el objetivo siempre es el mismo: evitar contagios.

Por otro lado, vemos que pandemia y epidemia se refieren a la extensión de la enfermedad, a su alcance en términos del número de personas afectadas dentro de espacios geográficos.  La voz pandemia procede del griego pandemia, que literalmente significa 'todo el pueblo', de pan- 'totalidad' y demos 'pueblo'; la epidemia en cambio, se refiere a la presencia de una enfermedad en un área (o país) determinada. En la actualidad, una epidemia fácilmente se puede convertir en pandemia dados los altos índices de movilidad y contacto social.

Mirando las estadísticas sobre el desarrollo de la enfermedad a nivel global, a las que ya estamos acostumbrados, y que crean una suerte de incertidumbre frente de la lotería de la muerte, las personas tratan de dar sentido a la crisis personal y social que la enfermedad crea. Aquí es donde entra a tallar la literatura. La ficción literaria puede organizar el caos y darnos ciertas certezas e información desde adentro, de cómo se vive y se muere en tiempos de pandemia y de esta forma sensibilizarnos sobre comportamientos ya esperados. Todavía a todas luces, es muy pronto para que la literatura actual pueda aportar algo significativo, pero ya hay intentos de poner la pandemia como parte de nuestra cotidianidad. Por ejemplo, en novela Existiríamos el mar de la española Belen Gopegui (2021) encontraremos algunas referencias a la pandemia como telón de fondo, como para señalar que la acción de la novela sucede en 2020.

“Hemos vivido tanto tiempo pensando que sabíamos lo que iba a pasar al día siguiente. Y luego vino la pandemia, así que hagamos una vez más como que sabemos, aunque no sea seguro”.

Sin embargo, las relaciones entabladas entre los protagonistas, así como sus metas no se presentan engarzadas a lo que la pandemia devastadora estaba provocando en la sociedad española. Algo de gran magnitud estaba sucediendo en la sociedad española, pero no se muestra sus efectos en la cotidianidad de los protagonistas, al menos consistentemente. En la trama de la novela un sindicalista siente la presión de los despidos causados por el cierre de fábricas o disminución de la producción; esto le causa desaliento, pero la pandemia no afecta sus relaciones interpersonales al compartir la vivienda con otros personajes que es el meollo de la novela. Uno de ellos (Jara) decide dejar el grupo y mudarse a otra ciudad y no tarda en conseguir trabajo en una cafetería: ¿es esto creíble en plena pandemia con estrictas cuarentenas?  Gopegui es una excelente novelista, acuciosa y muchas veces densa, su novela es una joyita que merece leerse, pero en este punto, nos deja deseando algo más.


Yo mismo introduje el tema de la pandemia en mi cuento Muerte en El Encanto (Pukiyari 2021) cuya acción sucede en 1920, en New Mexico. Allí hago referencia a la Gripe Española que había asolado dos años antes al mundo causando alrededor de cincuenta millones de muertes.  Probablemente, no hubiera hecho referencia a este evento, si no estuviera yo escribiendo desde el siglo XXI con una pandemia a cuestas. Mi intención fue darle realismo a mi historia señalando que cuando acaba la pandemia, muchas cosas han pasado y esto marca definidamente a los actores individuales y sociales para siempre. En el caso de mi personaje, un alcalde pueblerino que había perdido su esposa por la pandemia, tiene miedo de visitar uno de los núcleos de infección del pasado. Yo quería llamar la atención sobre dos hechos aplicables a la actual situación de crisis sanitaria: el papel de la memoria y cómo los comportamientos dentro de la pandemia definen la personalidad y la ética de los personajes. Mi intención no era escribir específicamente sobre esa pandemia, sino conectarla a la realidad ficticia de 1920 y de ahí, dejar que el lector saque sus propias conclusiones para entender su realidad objetiva actual. No sé si lo logré.

Cito esto dos ejemplos para hacer notar que en la literatura actual todavía no hay trabajos que nos ayuden entender el comportamiento humano desde el interior de la catástrofe sanitaria, como lo hicieron las obras de Albert Camus (La peste, 1947) y Daniel Dafoe (Diario del año de la peste, 1772; autor de Robison Crusoe) En estas obras sí podemos encontrar una mirada desde adentro de la pandemia.

Recordemos que La RAE define peste como: “Enfermedad epidémica contagiosa que provoca una gran mortandad y, en particular, causada por la bacteria Yersinia pestis y caracterizada por la aparición de fiebre escalofríos, náuseas, cefalea, debilidad y bubones en diferentes partes del cuerpo”. El origen del término se remonta a 1410 y tiene como sinónimo: pestilencia, haciendo a alusión a lo olores desagradables que producían los enfermos. Posteriormente el término peste se usa en sus versiones coloridas para designar diferentes enfermedades: peste negra, peste amarilla, peste azul, peste blanca.

Las obras de ficción mencionadas presentan similitudes a pesar de los siglos que las separa: ambos autores trabajaron como periodistas y quieren que el lector se inmiscuya en la situación con una mirada objetiva, no alarmista o sentimentaloide: ellos solo narran “lo que vieron” basados en, según ellos, en sus observaciones, documentos y testimonios. Dafoe incluso incluye tablas estadísticas para acreditar su versión de los hechos. Ambas obras presentan casi a los mismos actores: la iglesia, la burocracia, los pobres y los ricos, la reacción de los ciudadanos, la evolución de la enfermedad, y finalmente, la derrota de la enfermedad. Ambos narradores están insertos en los eventos, son cronistas. Vargas Llosa nos habla especialmente de la importancia del libro de Dafoe en García Marquez historia de un deicidio (2021): “Montado como una crónica -Dafoe ha sido llamado el padre del periodismo moderno- el libro describe con meticuloso detallismo una calamidad histórica de contornos bíblicos… (que) se abate sobre una comunidad, la corrompe física y moralmente y la destruye”.

En ambas ciudades las autoridades y los mismos ciudadanos no aceptan que la peste estaba ya en sus predios: incredulidad, manejo de las cifras oficiales, búsqueda de culpables fueron las primeras reacciones en ambas ciudades, siempre con la idea de no “crear pánico” en los ciudadanos. (Se viene a la cabeza la declaraciones del presidente Trump al inicio de la pandemia del Coronavirus).

La diferencia de contexto asoma también muy claramente. Mientras Dafoe describe la evolución de la peste, su mirada está puesta en la ciudad de Londres y no tanto en las personas. Camus en cambio, relata su crónica de la peste bubónica en Orán en Argelia, a través de cinco personajes, y secundariamente, acerca de la ciudad de Orán. Otra diferencia: El narrador de Dafoe es un ciudadano burgués (un comerciante) privilegiado que decide quedarse en Londres porque las circunstancias no le permiten escapar y no quiere durante la epidemia ser más que un observador. El narrador de Camus se queda en la ciudad porque es su deber como médico. Las apreciaciones del narrador de Camus son de carácter introspectivo y relacionados a “un antes” y a la evolución de la peste y de sus implicados; en el caso de Dafoe el narrador se sitúa a distancia de los hechos; por ejemplo, él no aprueba los confinamientos en las casas de los infectados porque a pesar de los intentos burocráticos de imponerlo, esto llevó a excesos y a muchas maneras bizarras de evadirlo; él mismo cuando es asignado a ser uno de los veladores de casas aisladas, trata de zafarse de esa responsabilidad ciudadana.

El regidor de Portsoken Ward me nombró inspector de las casas del barrio en que vivía… yo intenté excusarme por todos los medios y no aceptar el cargo… sobre todo alegué que yo era contrario a que se clausuraran las casas”.


El Londres de Dafoe antes de la crisis sanitaria era precisamente el ambiente que Camus describía y rechazaba en Orán. Hay en Dafoe una devoción puritana la cual ofrece a través del trabajo (el comercio) un camino de salvación. Mientras que, durante la epidemia, los rieles del comercio no se vieran totalmente afectados, para el observador londinense, había esperanza de un desenlace no tan cruel. Para Camus, Orán era una ciudad de comerciantes, aburrida y fea, según sus palabras, donde la gente vive o sobrevive trabajando, y no sospechan que existe otra cosa para ellos.

“Los hombres y mujeres o bien se devoran rápidamente en eso que se llama acto del amor, o bien se crean el compromiso de una costumbre a dúo… por falta de tiempo y de reflexión, se ve uno obligado a amar sin darse cuenta”.

Adicionalmente, existía, cierta frivolidad en la ciudad que hacía que el enfermarse sea visto como una inconveniencia: todos prevén tener buena salud para poder hacer negocios. Es una ciudad de hábitos y por lo tanto ordenada y aburrida, hasta que los sorprende la peste. Para el narrador de Dafoe Londres es una emanación de los individuos; los ciudadanos individuales no están caracterizados, son átomos que componen un cuerpo colectivo. La crónica de Camus cuenta a historia a partir de la interrelación del doctor Rieux (narrador), Jean Tarrou (Rieux usa sus notas escritas), el cura Paneloux (¿Es la epidemia la voluntad de Dios?), Joseph Grand (burócrata y escritor en ciernes), Cottard (personaje de oscuro pasado), M. Othon (official de policía).

El fin de la peste es tratado también diferente. El narrador del siglo XVIII, es ciertamente optimista: Londres a pesar de sus defectos, de lo mal que se comportaron unos ciudadanos con otros, hizo las cosas mejor de lo que se esperaba; hay una visión de futuro deseable con la reconstrucción de lo nexos sociales. El narrador del siglo XX, es menos determinista y reconecta esos elementos que en “el antes” no significaban mucho para los habitantes de Orán. Sin embargo, pequeños símbolos se convierten en grandes expresiones de júbilo: ir a ver el mar, esperar a la persona amada a la estación del tren… Pero si bien la ciudad se liberaba de las restricciones de la peste, todavía había gente muriendo, la peste disminuida continuaba existiendo para algunos, en tanto que, para otros, la peste se extendía con la memoria de sus seres queridos fallecidos. Al final de la peste surge la necesidad de recuperar la memoria y balancear el tremendo desgaste espiritual que causa la muerte masiva, el aislamiento  y la renovada vida del sobreviviente: la vida continua, pero, ¿será igual que antes?



(*) Autor de El guerrero de la espuma y otras tantas despedidas (Pukiyari 2014), El hotel que la habitaba (Pukiyari 2019), Cuentos Nuevomexicanos (Pukiyari 2021). Premio International Latino Book Award (2020). Disponibles en Amazon.com.



Sunday, January 16, 2022

DAWN OF THE SENSES de ALBERTO BLANCO

—por Alberto Hernández—


1.-
El 3 de abril de 1997 conocí, mejor, oí leer, al poeta mexicano Alberto Blanco. Fue en la Universidad de San Diego, California, donde asistimos invitados por esa institución a formar parte de un congreso sobre literatura de fronteras. Allí estuvo mucha gente, muchos poetas de diferentes países y lenguas. Y entre ellos, como ya he dicho, el azteca Alberto Blanco. Leyó su poesía, nos leyó en una voz baja que, gracias al amplificador de sonido, nos llegó íntegra. Una poeta también mexicana me regaló ese mismo día el libro “El ojo del jaguar”, de Efraín Bartolomé, quien desde que se nos atravesó el idioma de aquí para allá y de allá para acá, somos amigos.

Ese día de abril compré en la “Casa del Libro”, propiedad de Marta-Luisa Sclar y Joy Andrea, “Dawn of the senses”, una selección de poemas editada por Juvenal Acosta a través de Pocket Poets Series N° 52 de City Lights Books de San Francisco, CA, USA, 1995.
Es una versión bilingüe en la que los poemas en su mayoría cuentan con un traductor distinto. Es decir, el libro revela la participación de mucha gente, porque cada poema es trabajado por otro poeta o traductor para vaciarlo al idioma inglés. Las tonalidades, los “estilos” de los textos ampliarían las posibilidades de lecturas si lográramos leer estos mismos textos traducidos por otros especialistas de habla inglesa que tengan una relación diferente con el español de México. De modo que estamos ante un libro que nos obliga a ser testigos de este “amanecer de los sentidos”, en el que también somos traductores. Un acierto editorial.

2.-
Poesía compartida que adquiere otros matices. Las distintas voces que aparecen aquí como “delatores” de los poemas originales, le ofrecen al mismo poema otra perspectiva. Son poemas de poetas escritos por un poeta. O poemas de un poeta escritos por varios traductores. En esto Alberto Blanco tiene mucho que decir porque él, aparte de “antólogo y traductor de la poesía norteamericana o de animador de un taller de poesía de la Universidad de Texas en El Paso”, es, también, “dueño de una voz y una mirada. Una voz que nos habla del mundo compartido de una manera en que nadie lo había contemplado”.

Y, en efecto, este libro de Blanco es una extraordinaria aventura, considerada por los especialistas en poesía mexicana como una de las más relevantes voces de ese país. Y así se siente cuando se leen sus textos, cuando se saborean y profundizan.

Ese día de la lectura, el acento mexicano recorrió esos poemas y nos convirtió en embajadores de la tierra de Rulfo y Paz en nuestros afectos verbales. Hablamos el mismo idioma. Nos recorremos con otros tonos, con otro silabeo, con una música cercana al pronunciar, con un acento que nos une en lugar de diferenciarnos, y en eso la poesía juega un papel muy especial.

3.-
José Emilio Pacheco, en la introducción del libro, apunta: 

“Ahora todos somos enemigos de todos y al mismo tiempo que levanto tu cadalso socavo sin darme cuenta la tierra que me sostiene”. Esta hermosa afirmación se basa en el hecho de que México y Estados Unidos o muchos países entre otros, se mancillan por ser vecinos, por tener las costillas adosadas, pegadas al mismo cuerpo. El problema fronterizo crea tanto roce como el de las mismas tierras que se tocan sin querer. Una frontera es una simple línea divisoria, pero tiene tanta carga emocional que ha provocado cataclismos, muchas muertes y odios ancestrales. Por esa razón, Alberto Blanco habla de mapas, de paisajes parecidos, aunque los distancie el idioma, razón por la cual este libro se “escribe” a varias manos, para tratar de hermanar a través de la poesía. Más adelante, Pacheco dice: “en poesía sólo puede hablarse de intercambios”, cuando en algún lugar aparece la palabra “influencia”. 
No deja de razonar el poeta mexicano sobre este mismo asunto:

“…la poesía no tiene fronteras o, mejor dicho, que su misión es abolir las fronteras y hablar en todas las lenguas”.

Por esa misma razón, insisto en el tema, el primer poema que asoma este poemario de Alberto Blanco, titulado “Mi tribu” (My Tribe), sigue de cerca este razonamiento:

“La tierra es la misma/ el cielo es otro. / El cielo es el mismo/ la tierra es otra”. Es como un espejismo. Las palabras unifican la imagen: la hacen verdadera. La humanidad es un solo hombre. Una sola mujer. Una sola mirada. Y la tierra es una sola, como muchos los cielos.


4.-
El largo poema “Mapas” (Maps), muy celebrado y leído en voz alta en muchas partes del mundo, consuela a quienes creen que vivimos aislados, que un trazado no prohíbe ser dueños del mundo. Se trata de un texto donde el autor combina conocimiento humanístico con improntas técnicas, expresiones que podrían parecer banales, pero ayudan a darle cuerpo a la metáfora, al mismo cuerpo del espacio que quiere ocupar el poema. No es minimalista: es totalizante, va más allá, multiplica los atributos de la imagen. Recojo para los lectores versos sueltos para confirmar lo dicho:

“Un mapa es un modo de hablar.
Un mapa es un conjunto de recuerdos.
Un mapa es una representación proporcional.
(…)
Todo mapa es una imagen, un cuadro, una metáfora,
una descripción…pero no toda descripción , metáfora , 
imagen o, para el caso, todo cuadro es –por 
necesidad- un mapa. Pero puede llegar a serlo”.
El poema continúa su fragua por mucho espacio. Se hace mapa de sí mismo. Se regodea en las imágenes, en sorpresas que promueven una lectura más eficaz:
“No crecen árboles en un mapa”.
Y sigue: “Todo mapa comienza con una viaje”,
Y hace historia:
“Los mapas primeramente fueron relatos de viajes;
después fueron paisajes al ras del horizonte:
narraciones visuales, finalmente vistas a vuelo de pájaro:
poemas geográficos”.
(…)
“Los mapas nos miran de frente cuando dan cuenta de
las superficies.
Cuando quieren dar cuenta de las profundidades
nos miran de lado”.

Para dejar sobre la mesa o la imaginación la idea de un territorio, de una tierra asoleada, nevada, boscosa, de ríos recelosos, Alberto Blanco concluye:

“Todo mapa es una isla.
(…)
Toda escritura es fragmentaria.
Todo mapa es fragmentario.
En mapas no se ha andado nada.
En poesía no hay nada escrito”.

Queda dicho. Queda la idea. Fronteras, líneas, simples líneas.

5.-
Decir de mapas es decir también de lo doméstico, de la nación o país de la casa donde los objetos gobiernan, deciden los pasos de los humanos. Un sitio respetable, un lugar donde se asientan los alimentos y donde brazos y manos orquestan la música de la comida y las bebidas. El poeta deslumbra con sus palabras, con la alegría de haber sido traducido a la lengua que habla y a la lengua que calle. A la lengua que multiplica las lenguas y los sabores.

En “La mesa puesta” (The set table), Blanco habla:

“Reunidos al calor del buen café, / los panes resplandecen con la clama/ de las paredes blancas, encendidas,/ rebosantes de luz por la ventana. // Ya la paja se extiende entre los pinos,/ crece la claridad y forma el cielo,/ forma una habitación, forma una jarra/ profunda como el ojo del espejo.// Es este mismo mar, el mar de siempre,/ llano rectangular de cada cosa,/ donde flotan los montes y las nubes/ como islas de quietud entre las horas”.


Y “En el fin de las etiquetas” (No more names) vuelve al tema:

“La mosca se levanta de la mesa/ y domina los cuartos desde el techo,/ atraviesa puntualmente el pasillo/ que comunica al mar con el espejo.// Penetrante en la luz es su zumbido/ una burbuja más dentro del agua…/ navegando descubre entre los botes/ el borde iluminado del mantel.// El fondo es sucio, lo que mira claro: /esta vida que flota vacilante/ con aire de papel, blanco de luz,/ nada recuerda ya de las palabras”.

Y como todo hacedor de imágenes, Alberto Blanco se despoja de muchos asaltos interiores para escribir unos aforismos que también nos despojan de nuestro interior.

Traza y pinta:
“1.- El dibujo es la razón y el color es la locura.
2.- Se dice que el dibujo requiere de músculos tensos y que el color necesita libertad de acción.
3.- El dibujo puede tener la gravedad de un argumento. El color puede tener la ingravidez que distingue a las intuiciones verdaderas. Aquél limite y éste otro expanda…”

Los poemas que se recogen en esta suerte de antología provienen de los títulos editados en México “Giros de faros” (1979), “Tras el rayo” (1985), “Cromos” (1987), “canto a la sombra de los animales” (1988), “El libro de los pájaros” (1992), “Materia prima” (1992), “Amanecer de los sentidos” (1993) y “Mapas de Oaxaca” (1993).

Entre algunos de los traductores están: James Nolan, Mark Schafer, John Oliver Simon, Joanne Saltz, Julian Palley, Edith Grossman, Reginald Gibbons, Robet I. Jones.




Wednesday, December 8, 2021

Y LÍBRANOS DEL MAL — SANTIAGO RONCAGLIOLO

 

—por Luis Fernández-Zavala PhD. (*)—

 

“Y quizá la única forma de contar

los hechos verdaderos

sea salpicarlos de palabras de mentira.”

S. Roncagliolo.

 


En junio de este año Seix Barral publicó la más reciente novela de Santiago Roncagliolo, Y líbranos del mal. La novela del escritor peruano, residente en España por más de veinte años, consta de 395 páginas, organizada en cuatro secciones o grandes capítulos (Padre, Hijo, Espíritu Santo y Amén), más una introducción de treinta páginas al principio del libro que da cuenta de las escenas preliminares al tema central de la novela. El único epígrafe en el libro es una cita del Evangelio según San Mateo de donde proviene el título de la novela. La carátula nos muestra, muy apropiadamente, una fotografía en blanco y negro, sobre fondo blanco, con un grupo de jóvenes con el dorso desnudo, entrelazando sus manos en un pequeño y apretado círculo. El título, el epígrafe inicial, los títulos de los capítulos y la carátula nos dan idea del peso de la Iglesia católica en la trama de la novela.

 

El tema central de la novela es la búsqueda del pasado peruano del papá de Yimmy. Una llamada telefónica desde Lima, advierte que Mama Tita, su abuela paterna, está enferma de gravedad y necesita ser cuidada. Yimmy no entiende por qué su papa que vive en los Estados Unidos por muchos años, se niega a regresar a Perú para cuidar a su madre enferma. Yimmy decide ir a cuidar a su abuela.

 

Ya en Lima, poco o casi nada se hablaba de su padre en la casa de Mama Tita. Yimmy tiene su primer encuentro con el pasado de su padre vía Internet. No había mucho sobre su padre, pero a una foto y su correspondiente leyenda le llamó mucho la atención. En ella aparecía su papá “rodeado de otros chicos que vestían exactamente igual, un equipo de clones recién salidos del baño, casi todos rubios”. No se hablaba en específico de su padre, pero se relacionaba al grupo con el obispo de Trujillo (conservador y miembro del Sodalicio) y se decía cosas “espeluznantes” (p. 72). De aquí en adelante, las pesquisas de Yimmy se abrirán, se cerrarán y dilatarán porque nadie quiere abrir esa caja de Pandora. Ni la abuela, ni el cura amigo de la abuela, ni el círculo de ex miembros del grupo laico católico Sodalicio quieren darle la información que él demanda.

 


La historia narrada por Roncagliolo tiene su base realista en la existencia del Sodalitium Christianae Vitae, una agrupación religiosa laica, creada en Lima el 8 de diciembre de 1971 por Luis Fernando Figari. Sus orígenes, escándalos de abuso sexual, manipulación de menores, y acusaciones sobre lavado de dinero en paraísos fiscales, fueron expuestos en el trabajo periodístico de Paola Ugaz (a quien Roncagliolo reconoce como una de sus fuentes) y Pedro Salinas (Mitad monjes, mitad soldados. El Sodalitium Christianae Vitae por dentro. Editorial Planeta 2015). Sin embargo, más que una recapitulación de hechos escabrosos, el autor decide embarcarnos en una búsqueda de la verdad relevante para el protagonista en su proceso de reafirmarse como individuo dentro de una familia aparentemente “sana”. Se podría decir, que el centro de la búsqueda de información sobre su padre, reside en la necesidad de entender su relación padre-hijo. Sin dejar de lado, las características personales de los principales victimarios, Roncagliolo nos introduce a las raíces de cómo el mal, para ser exitoso, necesita de ciertas condiciones sociales, ideológicas y fallidas estructuras familiares.

 

En la cruda realidad, la estrategia de reclutamiento del Sodalicio se centró en captar a jóvenes que terminaban la secundaria, de clase media alta, “blanquitos” de colegios privados y que en la mayoría de los casos provenían de familias disfuncionales (padres ausentes). El Sodalicio les ofrecía una “nueva familia” dedicada al apostolado, un sentido a sus vidas huérfanas de sentido. Los convertía en soldados de Cristo frente al terror comunista que ya había infiltrado la Iglesia, según ellos, con la Teología de la Liberación. Su nueva familia los hacía sentir diferentes y especiales, salvadores de la humanidad. Recuérdese, sin embargo, que ellos ya eran diferentes y especiales perteneciendo a los estratos económicamente superiores de la sociedad peruana, aislados del resto del Perú. Por otro lado, el lenguaje conservador ya provenía desde sus propias familias, así como la confianza en la Iglesia como baluarte defensor del status quo. Desde esta perspectiva la transición de una familia a otra, no era tan difícil. Lo que realmente era extenuante estaba ligado la formación, al derecho a pertenecer a la comunidad del Sodalicio. La formación o educación en los valores del Sodalicio implicaba aislar a los jóvenes de su entorno familiar y amical, anular todo poder de decisión individual, lograr la sumisión total a sus líderes, creando así, las condiciones para el abuso psicológico, físico y sexual.

 

Roncagliolo usa una estructura narrativa sencilla pero bien llevada y eficiente para mantener al lector atado a las pesquisas y hallazgos de Yimmy. En secciones cortas de tres a siete páginas, nos va introduciendo a los personajes: victimarios, víctimas y testigos. La tensión es creada a través de las dificultades que Yimmy enfrenta para hallar la verdad. La voz de Yimmy va dando cuenta de los descubrimientos, entre idas y venidas al presente y el pasado. El autor engancha al lector desde los diálogos en el presente para luego en la sección siguiente presentarnos el pasado en “tiempo real”. La consecuencia de este recurso literario repercute en una lectura ágil, sin abuso del ­flash back. Cabe resaltar que todos elementos de la verdadera historia del Sodalicio están presentes en la novela, ciertamente ficcionalizados, pero el autor intenta ir más allá, mediante la ficción, y dar una explicación identificando los malos de la película; lo que hace y logra casi a perfección; es una biografía privada del mal.

 


El autor no se detiene en explicitar totalmente la consideraciones sociales e ideológicas que sustentaban el origen del Sodalicio (como, por ejemplo, las principales fuentes de sustento ideológico del Soldacio prevenían de pensadores católicos de los siglos XII XV, XVI), pero sí en la tragedia personal de Yimmy por saber algo más de su padre y su familia en Lima. A partir de lo que Yimmy descubre, el lector aprende de una estructura familiar en crisis: una abuela y un padre con sus propios secretos. En cierta manera, el autor hace particular, individualiza y personaliza una organización social en crisis que permite la penetración del Sodalicio en sus vidas y las pervierte con consecuencias perniciosas para sus miembros.

 

 

(*) Autor de El guerrero de la espuma y otras tantas despedidas (Pukiyari 2014); El Hotel que la habitaba. Cuentos transhumantes (Premio International Latino Book Award 2020, (Pukiyari 2019); Cuentos Nuevomexicanos (Pukiyari 2020). Disponibles en Amazon.com.

 

 

 

 

Wednesday, September 8, 2021

CUENTOS NUEVOMEXICANOS DE LUIS FERNÁNDEZ-ZAVALA: MIRADA CONTEMPORANEA A VIEJOS MITOS

All the things based on experience elsewhwere…

fail in New Mexico.

Lee Wallace, gobernador territorial 1878-1881

 


Mientras que el título de esta colección de cuentos cortos puede dar la impresión de que se trata de tradicionales historias nuevomexicanas como las que han sido plasmadas tantas veces en la literatura local, puedo anticipar al lector que esta vez está ante una lectura diferente y, por lo tanto, no predecible. Las típicas imágenes, olores y sabores de New Mexico están presentes, pero se mezclan en estas siete historias con aspectos históricos, contextos sociales, circunstancias externas a New México y con personajes insertos en un mundo cambiante y no como una postal para turistas congeladas en el tiempo. Esta característica es lo que hace a estos cuentos particularmente atractivos de leer. Lejos de fosilizar culturalmente a New Mexico, el autor rescata, como mirada acuciosa y creativa, todo lo colorido y especial de la Tierra del Encanto para introducir temas modernos y relevantes a la experiencia humana.

 

El libro está organizado cronológicamente (1990, 1966, 1944, 1920 y 1917) como un devenir de las cosas que en su tiempo pasaron o podían haber pasado según la mente fabuladora del autor.  La referencia a diferentes épocas lleva al lector a un aprendizaje lleno de sorpresas, a otra manera de entender un contexto histórico a través de la ficción y, en definitiva, a reflexionar sobre ese gran tema universal que es la memoria histórica. En un abanico pintoresco de situaciones locales y eventos internacionales, personajes muy diversos entre sí hacen de New Mexico, ya sea por elección o por obra del destino, su lugar en el mundo o, al menos, lo hacen un lugar de paso pero que los marcará para siempre. No faltan el suspenso, la sexualidad, el humor y el drama en estos cuentos, presentados en una prosa elegante y, quizás para algunos, un tanto irreverente. Los títulos incluidos guían al lector en este periplo de historia ficcionalizada: El rompecabezas del amor (Santa Fe 1990), Madame LeDoux en San Juan (San Juan 1966), El obituarista de San Juan (San Juan 1944), Dos abuelas (San Juan 1944), Huevos de Pascua (San Juan 1944), Muerte en El Encanto (San Juan 1920), Trotsky en Taos (Taos 1917).

 

Dos aspectos llaman la atención de esta organización del libro. La primera se refiere a que cinco de las siete historias se desenvuelven en un pueblo llamado San Juan. Lugar creado por el autor, que ya en alguna entrevista él mismo se refiere a como a “su pequeño Macondo, con el perdón de García Márquez”. En la vida real, podría decirse que los insumos culturales e históricos han sido tomados de ciudades icónicas de New Mexico como lo son Santa Fe, Taos y Las Vegas. Según el autor, la invención de San Juan le permite, como recurso literario, la “libertad de recrear la compleja sumatoria cultural (anglo, hispana y nativa) de New Mexico con muy pocas palabras”. El segundo aspecto se refiere a los momentos escogidos: tres de las historias tienen como escenario el final de Segunda Guerra Mundial (1944), en tanto que otras historias suceden en años turbulentos como la década de los años 60, 1920 y 1917. Para algunos lectores estos momentos podrían hacerlos pensar que nada pasaba en New Mexico, cosa que el autor rechaza e intentando inmiscuir a la Tierra del Encanto en medio de la tormenta de cambios culturales y sociales que se sucedían en los Estados Unidos. No es casual que dentro de este marco se presente, por ejemplo, en el cuento Muerte en El Encanto, las secuelas de la pandemia de la Gripe Española. Una breve mirada al pasado nos podría hacer reflexionar sobre nuestro contexto actual.

 


El marco histórico está finamente presentado por medio de la descripción de costumbres, situaciones, detalles y eventos particulares a cada década tratada, mientras que guerras y revoluciones de lugares lejanos constituyen el contexto imprescindible y trágico. En estos escenarios tan particulares por su universalidad y diversidad, los tradicionales elementos nuevomexicanos adquieren una dimensión nueva para el lector. El olor a piñón quemado y a tortillas caseras, la luz brillante de los atardeceres, el adobe, las montañas y el desierto, el español medieval del norte de New Mexico, los alabados y la morada de los penitentes, las ristras de chile rojo, las acequias, el arte y la convivencia multicultural; todos ellos, juntos o separados, aparecen incluidos en historias de tinte universal, que tienen como hilo conductor una visión global que va más allá de un estado y una nación.

 

Los personajes (doña Guillermina, doña Jesusita, la dos abuelas, Lorenzo su nieto de nueve años; Ruy, el obituarista español, Soledad y Clara en Santa Fe, Trotsky, el revolucionario ruso en Taos, Madame LeDoux en San Juan) son como salidos de una galera en donde se mezclan países y culturas que, al contacto con las tradiciones nuevomexicanas, producen un resultado cautivador, que contribuye una vez más a recordarnos que sí estamos verdaderamente ante una realidad muy especial donde “suceden cosas” que merecen contarse. Y en ella habitan (o pasan, casi como fantasmas) los protagonistas con su particularidades, entre ellos: un exiliado europeo que escribe obituarios en español, y otro de Centroamérica que escribe poemas de amor y pena a pedido; un famoso revolucionario ruso (arropado en una manta Hopi) junto a un jefe de guerra nativo americano (los dos con nombre de animal); una maestra francesa “con alas”; dos abuelas nuevomexicanas y “dos formas distintas de amar”; una detective hispana entrenada con programas de radio; penitentes en un valle con nombre de montaña, y una sociedad de artistas desilusionados.

 

La sensualidad está presente en muchas de estas historias, pero también la melancolía, la nostalgia, la sensibilidad, la complicidad y la amistad. Sentimientos y situaciones que reflejan diferentes formas de entender temas tan importantes y universales como la vida y la muerte, el amor y las relaciones humanas exacerbadas.

 


Cuentos Nuevomexicanos
, es el tercer libro de cuentos cortos. El guerrero de la espuma y otras tantas despedidas (Pukiyari 2014) y El hotel que la habitaba. Cuentos transhumantes (Pukiyari 2019. Premio International Latino Book Award); son los otros trabajos con los que Luis Fernández-Zavala nos ha deleitado con fruición.

 

Cuentos nuevomexicanos es un refrescante trabajo literario de un autor internacional, radicado en Santa Fe (New Mexico) que pone en estas siete historias una mirada planetaria, tan rica y diversa como su propia experiencia. Pero, cuidado con su motto de escritor: “la ficción literaria es una mentira bien contada en el papel”, no le vayamos a creer.

 

 

 

 

Saturday, May 22, 2021

LÍNEA DE FUEGO DE ARTURO PÉREZ-REVERTE: LA GUERRA CARA A CARA

—por Luis Fernández-Zavala, Ph.D.(*)—
En la guerra,
aprendió viendo morir a los hombres,
se piensa menos con la cabeza
que con los ojos.
—Arturo Pérez-Reverte 



Hace algún tiempo, después de revisar algunas novelas sobre conflictos armados, (La guerra, la paz y la literatura) comentaba en estas mismas páginas digitales, que al final, los autores se acercan desde la ficción a los conflictos bélicos de diferente manera, con menor o mayor distancia de estos. Unos usan el contexto de guerra para crear una muy particular historia de amor, de intriga, etc.; otros ficcionalizan los efectos de la guerra en individuos, familias o grupos sociales (La Guerra y la paz); hay autores más arriesgados que buscan representar a sus héroes o su propia participación en los conflictos. Para el caso de Perú, la temática de la virtual guerra civil de los años 90s ha sido abordada por Roncagliolo (Abril Rojo) Daniel Alarcón (Guerra en las penumbras), Alonso Cueto (La hora azul) y más recientemente por Diego Trelles Paz en Bioy. Estos autores nos brindan la gama de cercanías y lejanías que mencionamos donde las historias narradas no pueden entenderse a cabalidad sin desbrozar conflicto bélico subyacente. El tema de la guerra en la literatura, como el amor, es recurrente desde la antigüedad y seguirá multiplicándose, toda vez que es parte de la historia humana: el Eros y el Tanatos son inherentes a la condición humana y la literatura buscaría dar sentido a esta dicotomía. La Historia como ciencia busca la “verdad objetiva”, en tanto que la Literatura desde la subjetividad busca que la sintamos.

Para el caso de la Guerra Civil Española existen más de mil obras de ficción escritas solo en España, que estaría demostrándonos que todavía es una herida histórico-social no cicatrizada. A pesar de esta abundancia, recientemente ha llamado mucho la atención la novela de Arturo Pérez-Reverte Línea de fuego (Alfaguara 2020). Su éxito ha rebasado las fronteras ibéricas y ha sido traducida a más de dieciocho idiomas. ¿Qué la hace tan popular?

En primer lugar, hay que destacar que Línea de fuego es una novela extensa de 682 páginas. Ciertamente una obra voluminosa en tiempos rápidos. El autor, bien documentado con entrevistas a sobrevivientes republicanos y falangistas, memorable de sus familiares y con una larga experiencia como corresponsal de guerra, se arriesgó a presentarnos una obra que desde el arranque enfrentaba dos importantes desafíos dada su extensión: 1) los lectores tienden a leer cada vez menos páginas, 2) ya se ha escrito bastante material de ficción sobre la Guerra Civil Española. Esto exigió al autor manejar muy cuidadosamente la estructura, el lenguaje y la trama para lograr que el lector se mantenga leyendo la novela de principio a fin. Según el autor, él escribió esta novela de la manera tradicional y simple: un comienzo, una parte intermedia y un final; poniendo “el sujeto antes que el verbo”. Esta extensa obra exigía para él, simplicidad.

Pérez-Reverte opta por usar la documentación obtenida eliminando toda exagerada mención a la “superestructura”: el gobierno, el estado, la escena oficial, la lucha ideológica, los líderes, el contexto mundial, la correlación de fuerzas, etc. El centro de la narración son las reacciones de los soldados españoles enfrentándose cara a cara, día a día atacando y/o defendiendo un pedazo tierra, un pueblo llamado Catellets de Serge muy cerca del río Ebro. Para lograr su objetivo el autor delimita el espacio geográfico de la contienda; sumerge al lector en las acciones militares, casi de una manera claustrofóbica (ver mapa). No importa que estaba pasando en el gran mapa de la guerra en España; lo central es el paso a paso de los soldados en esta isla de muerte. Por otro lado, los combatientes, jóvenes en su mayoría, como en todas las guerras, son presentados con sus identidades personales: profesión, lugar de procedencia, trayectoria política, estado civil, educación, experiencia de guerra y cómo fueron reclutados.

La novela se divide en cuatro partes (Sombra en la orilla, Choque de Carneros y Los dientes del diablo y epílogo), cada parte contiene entre seis y siete capítulos. En cada capítulo las acciones militares y la participación de los personajes se presentan intercaladamente. A lo largo del libro las intercalaciones son cortas de tres o cuatro páginas. Esta manera de organizar la narración resulta en una lectura ágil donde el lector se adentra en una serie de mini historias siguiendo el desenvolvimiento de las operaciones militares de defensa/ataque de los republicanos y los falangistas en Castellets de Segre.

Desde el primer capítulo, la ficción entra a tallar. Pérez-Reverte introduce a un grupo de mujeres combatientes en la escena bélica. Este solo hecho ya es atractivo ya que aparte de los afiches de propaganda de la época, la participación de las mujeres en conflicto se dio básicamente en la retaguardia. En la ficción de Pérez-Reverte las mujeres enfrentan, ven y mueren en la primera línea republicana. Todo esto, no sin contradicciones culturales. Este mero hecho de poner como protagonistas a un grupo mujeres a cargo de las comunicaciones, despierta en el lector una preocupación de carácter contemporáneo y moderno. Esto lo hace sin melodrama y abriendo una línea narrativa que insta al lector a seguir el derrotero de estas combatientes. Ellas sufren los mismos desafíos de sobrevivencia que los hombres con la naturalidad de sus convicciones, pero además se introduce su particularidad femenina mencionando, por ejemplo, las toallas higiénicas femeninas en medio de las batallas.

Su misión no es combatir directamente sino asegurar, bajo el fuego enemigo, las comunicaciones en la cabeza de Puente que el ejército republicano pretende establecer en el sector de Castellets de Segre.

Después de presentarnos a las mujeres de las comunicaciones, el primer personaje que aparece es el soldado de infantería nacionalista Ginés Gorguel Martínez, quien se lamenta no poder haber desertado para el lado republicano. Él está ahí combatiendo no por convicción sino por cosas de la lotería de la vida. El autor logra mediante el contraste, señalar que la disciplina y valor no son privilegio de los hombres.


En las siguientes páginas conforme se narra las operaciones militares en detalle vamos conociendo a los involucrados: el dinamitero Panizo, antiguo sindicalista y miembro del Partido Comunista. En lado falangista está el disciplinado joven alférez Santiago Pardeiro Tojo que tiene como su ayudante tiene al cabo Longines (antes de la guerra era ladrón de los famosos relojes, que tuvo que escoger entre la cárcel o la Legión) Con pan y bandera, hasta la peor escoria puede convertirse en algo decente. A veces. El mayor Gamboa Laguna, el comandante de la XI Brigada Mixta, un trabajador hotelero formado en la disciplina del Partido Comunista y las acciones militares. Su segundo, es el cabo Simón Serigot González también comunista desde muy joven. Se destaca el papel jugado por estos militares entrenados en Rusia, hombres de acción y disciplina, dispuestos a cambiar el mundo. Sin embargo, en ambos ejércitos se encuentran buenos soldados y también los cobardes y los desubicados. El valor, la cobardía y la desafección se dan tanto en los republicanos como en los nacionalistas.

Vemos que en esta guerra la ideología es importante motivación para la batalla, pero no garantiza el triunfo; al final, nos damos cuenta que muchos combatientes están ahí peleando por salvar sus vidas, pero que muchos de ellos preferirían estar en otra parte, incluyendo los brigadistas internacionales que en los momentos de la ofensiva del Ebro ya habían sufrido muchas derrotas y se notaba su desgaste emocional. Pérez-Reverte nos llama la atención sobre el papel de los comisarios políticos y de los curas que cumplen similar tarea en la primera línea. Ramón García, es para los hombres de Gamboa como los capellanes castrenses en el bando fascista: Consuelo moral y sostén ideológico. Unos mueren por el paraíso de Cristo y otros por el del proletariado. Nótese que los comisarios políticos y los curas son el nexo con la “superestructura”, los guardianes de la fe, que muchas veces entran en conflicto con los combatientes. En lado falangista el capellán Ignasi Fontcalda es el encargado de levantar la moral de los soldados: No hay mejor soldado, sostienen, que un requeté después de comulgar. El cabo Saliman es un moro cuya participación mercenaria y delincuencial (robando las pertenencias de los soldados muertos) se ve matizada por su fe en Franco, a quien considera un santo, y la Divina Providencia que lo controla todo; el moro proviene de una familia de soldados y es un experto de muchas batallas. Con muchos defectos, Saliman es un tipo solidario con el desafecto Guines al cual le salva la vida varias veces. En lado franquista hay soldados de carrera como Pedro Coll de Rei que parece menos un soldado que aristócrata.

En medio de la destrucción y la barbarie los soldados tienen gestos y emociones solidarias y positivas. Hay un momento en que ambos bandos, en medio de un tiroteo infernal, se ponen de acuerdo para salvar a una mujer del pueblo que está a punto de parir. Casi al final de la novela unos nacionalistas perdonarán la vida a unos soldados republicanos que escapaban heridos hacia la retaguardia pare fugarse al otro lado del Ebro. Esto lo hacen a pesar de las ordenes de matar a cuanto republicano se encontraba en retirada. La tensión romántica está presente en las conversaciones entre el bello capitán republicano Buscuñana y la Pato (mujer brava de las comunicaciones.

Un acápite especial merece el tratamiento de los periodistas internacionales en la novela. Sabemos de la experiencia del autor que por más de veinte años fue corresponsal de guerra, sin embargo, vemos que toda su experiencia se vuelca a la narración de acontecimientos bélicos de manera realista y a través de la mirada de los combatientes y no de los periodistas. Ellos nos dan una observación más desde su perspectiva de foráneos informando al mundo exterior. No hay un abuso de la propia biografía del autor.

Pérez-Reverte quiere hacernos sentir que esta es una guerra entre españoles para lo cual no solamente destaca la procedencia geográfica de los combatientes, sino que también el uso idiomático de diferentes regiones, los dichos y las canciones. Súmese a esto el humor y la pasión para odiarse los españoles en tiempos de guerra.


Otro aspecto digno de resaltarse es la inclusión de los sonidos que las armas causan y los tipos de armas usadas. En esto último el autor es bastante específico. Durante mi lectura tuve que consultar varias veces Internet para esclarecer, por ejemplo, la diferencia entre los diferentes tipos de ametralladoras y fusiles. El autor en una entrevista nos dice que en una guerra el tipo de armas lo define todo. Él quiere estar seguro que el lector sepa el tipo de destrucción que se está causando en una escena determinada o a qué se están enfrentando las tropas. Sonidos, olores y consecuencias materiales de la destrucción son descritos con minuciosa rapidez. No encontraremos en el relato disquisiciones existenciales, nostálgicas o morales como las producidas por Robert Graves y otros poetas ingleses durante la Primera Guerra Mundial.

En suma, Línea de fuego de Arturo Pérez-Reverte es una novela bien estructurada, con un tema complejo presentado de manera simple y directa. Un relato que absorbe, entretiene a pesar de su extensión. El autor nos sumerge en el enfrentamiento bélico cara a cara y no hay cómo escapar hasta llegar a la última página. Aprendemos que aquí no hay malos y buenos: todos matan y todos son capaces de crueldades y bondades según las circunstancias. En la primera línea todos quieren sobrevivir y por eso matan. La ideología solo interviene como motivación especial de algunos combatientes. A muchos de ellos les tocó servir en uno u otro bando sin que se lo preguntaran. Por eso las defecciones se daban en ambos bandos. La política en el frente republicano fue un factor que afectó la unidad de sus fuerzas armadas (anarquistas, trostkistas, comunistas, socialistas) y su eficiencia frente a un ejército profesional casi sin ideología. En las brigadas internacionales también había un cúmulo de conflictos; había gente bien intencionada, pero también aventureros y maleantes; el grupo se venía desgastando cuando la realidad de la guerra y las derrotas superan la fantasía del esfuerzo solidario.


(*) Autor de El guerrero de la espuma y otras tantas despedidas (Pukiyari 2014), El hotel que la habitaba. Cuentos transhumantes (Pukiyari 2019) ganador del International Latino Book Award. Próxima publicación Cuentos nuevomexicanos (Pukiyari 2021). Disponibles en Amazon.

Tuesday, January 5, 2021

Te quiero a las diez de la mañana —Jaime Sabines

Te quiero a las diez de la mañana, y a las once, y a las doce del día. Te quiero con toda mi alma y con todo mi cuerpo, a veces, en las tardes de lluvia. Pero a las dos de la tarde, o a las tres, cuando me pongo a pensar en nosotros dos, y tú piensas en la comida o en el trabajo diario, o en las diversiones que no tienes, me pongo a odiarte sordamente, con la mitad del odio que guardo para mí.

 

Luego vuelvo a quererte, cuando nos acostamos y siento que estás hecha para mí, que de algún modo me lo dicen tu rodilla y tu vientre, que mis manos me convencen de ello, y que no hay otro lugar en donde yo me venga, a donde yo vaya, mejor que tu cuerpo. Tú vienes toda entera a mi encuentro, y los dos desaparecemos un instante, nos metemos en la boca de Dios, hasta que yo te digo que tengo hambre o sueño.

 

Todos los días te quiero y te odio irremediablemente. Y hay días también, hay horas, en que no te conozco, en que me eres ajena como la mujer de otro. Me preocupan los hombres, me preocupo yo, me distraen mis penas. Es probable que no piense en ti durante mucho tiempo. Ya ves. ¿Quién podría quererte menos que yo, amor mío?

 

FIN





Monday, August 10, 2020

Lucha contra la amnesia: BIOY de Diego Trelles Paz.

—por Luis Fernández-Zavala, Ph.D. (*)—

 

“La gente que ha matado demasiado

ya no se arregla nunca.”

Santiago Roncagliolo, Abril Rojo.

 

 

Diego Trelles Paz es un escritor peruano con formación en cine, periodismo y literatura que ha publicado Hudson el redentor (Cuentos. Caleta 2001), El futuro no es nuestro (Antología. Eterna Cadencia 2009), Borges in Austin (Narración. Ebooks Patagonia 2012), Bioy (Novela. Destino 2012), El círculo de los escritores asesinos (Novela. Desatanudos, 2014), Adormecer a los felices (Cuentos. Demipage 2015), La procesión infinita (Anagrama 2017), Detectives perdidos en la ciudad oscura. Novela policial alternativa en Latinoamérica. De Borges a Bolaño (Ensayo. Copé 2017).

 

Diego Trelles Paz ha estudiado en profundidad lo que se denomina “el género policial alternativo en América Latina”, concluyendo que hay una nueva diáspora de escritores que reformula estructuras y patrones de la novela detectivesca heredados de la literatura norteamericana, inglesa y francesa dado que la realidad socio-política y cultural latinoamericana exige otro tipo de escritura. La mentira posible o ficción heredada no es creíble y no despierta el interés del lector latinoamericano porque ésta obedece a una realidad ajena al lector. El detective, la policía, la justicia, la búsqueda de la verdad en América latina tienen un contenido cultural distinto al mundo desarrollado. Por ejemplo, nadie en su sano juicio cree en la bondad de la profesión policial y las instituciones que la sustenta. Los autores nativos han tendido que incorporar y ajustar la estructura formal y temática de la novela policial tradicional a una realidad caótica, violenta y sin estándares éticos claros. El buen policía (detective) de inteligencia superior no es un personaje atractivo para el público de la región, es más bien considerado un tonto (cojudo) y perdedor, mientras en la cotidianidad del ciudadano, éste se enfrenta al policía represor, corrupto o una persona subhumana (el cholo).

 

Trelles reconoce a dos grandes literatos latinoamericanos como precursores de este tendencia literaria: al mexicano Juan Tabó II y al cubano Leonardo Padura (hemos reseñado sus obras en este blog), pero señala que es el chileno Roberto Bolaño quien plasma el verdadero sentido innovador de esta tendencia literaria. Bolaño en Los detectives salvajes (Vintage, 1988) redefine la novela policial/detectivesca reemplazando el crimen por el enigma, en el contexto realidad y la ficción se funcionan, se inserta una fuerte carga social (las clases sociales como personajes), el final de la novela puede se abierto o el enigma no se descubre y por último, se le exige al lector una lectura atenta dado que la estructura de la novela no es lineal e incluye una  multiplicidad de personajes.

 

Trelles recogerá estos elementos propios del género policial alternativo y los plasmará eficientemente en su novela Bioy que obtuvo el premio Francisco Casavella 2012 (España). Gonzalo Torné, uno de los jurados,señaló que Trelles es “un heredero de Bolaño decididamente salvaje”.

 

La estructura de la novela no es lineal y exige desde un primer momento la atención del lector. El capítulo 1, está compuesto de 7 secciones (1986, 2002, 1986, 2003, 1986, 2004, 1986). Es chocante para el lector encontrarse inmediatamente al inicio de la novela con la escena de la tortura de una joven prisionera política (Olga). La voz de la torturada se intercala con las acciones bizarras del grupo de policías torturadores creando un ambiente siniestro difícil de asimilar, a la vez que la voz del narrador-autor explica el origen de la situación de Olga. Estas acciones se dan en un contexto político de rebeldía popular (al margen que apoyemos o no los métodos) y no existen gobiernos menos malos todos son la misma mierda: “Belaúde, García, Fujimori, todos dieron inmunidad, anonimato, silencio cómplice…” a los asesinos y torturadores. 1986 es la sección donde el cabo Cáceres es iniciado en lo violencia perversa y autorizada. En las secciones siguientes veremos en destino final de los torturadores y de su violenta vida. Merece resaltarse que en estas secciones el autor mezcla de soliloquios internos de los personajes con la voz del narrador omnipresente.

 

Cuando el lector sabe más de la vida de los torturadores, desde 1986 a años posteriores, Trelles vuelve a la escena de la tortura (1986) mezclando conversaciones acerca del fútbol, mientras una cámara graba las torturas. Aquí el autor añade intensidad al relato convirtiendo al lector en un directo voyeur. En esta misma sala de tortura (la cocina) el cabo Cáceres es obligado por sus superiores a violar nuevamente a la prisionera política. Bien avanzada la novela (30%), el lector recién descubrirá quién es realmente el cabo Cáceres y la razón escondida del título de la novela.

 

El capítulo 2 tiene 9 secciones, es narrado con la voz de Humbert Rosendo Hernández agente del Servicio de Inteligencia Nacional del Ejército, infiltrado en una banda de delincuentes para facilitar la captura de el poderoso narcotraficante Natalio Correa. Como nuevo miembro de la banda conocerá a Bioy, líder de la banda. Nótese que la misión es llevada acabo por ejército, y no la policía.

 

Capítulo 3 se presenta un curioso personaje que maneja un blog. Se reproducen los posts, creando en lector la necesidad de saber quién es este personaje, el por qué de su contenido tan sui generis de los posts, qué tiene ver con los torturadores, con la torturada y con Bioy. También se incluyen escenas en el sanatorio mental Larco Herrera entre una desquiciada mujer (Olga) y su supuesto hijo.

 

El enigma o los enigmas se resolverán en el capítulo 4: quién es realmente Bioy y quién ha estado matando a los torturadores, quién escribía en el blog y por qué, quiénes dialogaban en el manicomio, y que pasará con la misión del agente infiltrado en la banda de Bioy.

 

El contexto político está presente a lo largo de la novela, tanto así que cuando caen los gobiernos, el derrotero de los agentes torturadores, pasa a ser incierto y hasta vulnerable. La extracción social popular de los personajes (barrio, profesión, padres, aspiraciones), etc. está finamente descrita. La realidad histórica está presente en toda su bizarra verdad.

 

Bioy es un novela violenta de principio a fin. No sería demasiado señalar que el autor usa la novela para exorcizarse de una realidad que vivió en sus años mozos. El pertenece a la misma generación de Roncagliolo y su Abril Rojo, Daniel Alarcón y su Radio ciudad perdida (ambos autores reseñados en este blog) que en su ficción tratan el tema de la violencia en el Perú. Violencia que muchos de estos autores fueron testigos jóvenes. Trelles se diferencia de sus colegas porque él muestra la violencia descarnada la cual va creando “modos de vida” individuales que son asimilados por un sistema social y político disfuncional. Los valores éticos se distorsionan, más allá de los eventos políticos que la generaron, permeando la vida familiar y social en general. En el mundo de Trelles no hay sed de justicia, sino de venganza; la lealtad es más importante que la vida y todo se explica por su origen violento que sobrevive en un país con muchas posibilidades de desarrollo, pero encadenado a una amnesia perversa.

 

 

 

(*) Autor de El guerrero de la espuma y otras tantas despedidas y El hotel que la habitaba: cuentos transhumantes. Disponibles en Amazon.com