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Sunday, February 20, 2011

Instinto de Inez (2000) - Carlos Fuentes

     —por John Montañez Cortez—     

Instinto de Inez es una novela corta, pero grandiosa. Fantástica. Es una lectura  difícil, paradójica, donde personajes —poco creíbles— interactúan, viven, aman, sueñan vidas paralelas que evocan desde las anécdotas de un viejo director de orquesta, hasta la mismísima creación del hombre.
            
La trama de esta novela —obra del escritor vivo más importante de México, Carlos Fuentes— está hilvanada en forma circular pero que a su vez, gira en dos tiempos simultáneos: El primero desgrana la vida de un afamado director de orquesta y su relación amorosa con una de sus cantantes de ópera, tomando como paleta la opera más suntuosa del afamado compositor francés Hector Berlioz, La damnation de Faust, pasando por escenarios internacionales, a través de la vida del director. El segundo trata de la relación más profunda y filosófica entre dos seres en un mundo fantástico y maravilloso pero vacío al mismo tiempo. 

Vacío porque Ne-el —el hombre— aún no ha encontrado a su pareja, A-nel —la mujer—, y ella a su contraparte. Difícil no caer en la tentación de comparaciones —o inspiraciones— con el Adán y Eva de la Biblia.
            
Para entender esta novela no cabe duda que hay que analizarla hasta el final. Tiene partes que al principio parecieran no tener sentido alguno con la corriente de la trama, sólo al final, se ve la luz del entendimiento. Obliga a leerla de un solo tirón. A lo mejor sería recomendable no leerla, como primera lectura de Carlos Fuentes. Habría que comenzar por algo menos antagónico —La muerte de Artemio Cruz, o Los años con Laura Díaz, pudiera ser— en el largo camino literario por intentar entender la profunda imaginación y el poder narrativo del prolijo verbo de Fuentes.  

Carlos Fuentes
            
Quizá Carlos Fuentes se inspiró, al escribir esta novela, en algo dramático. Algo tangible para él. Un sentimiento que lo tenía sumido en el vacío y la desesperanza —Fuentes la terminó en enero de 2000, en Cartagena de Indias, y la dedicó a la memoria de su adorado hijo, Carlos Fuentes Lemus, muerto meses antes—; de la misma forma que Berlioz se inspiró cuando compuso La damnation de Faust.

Berlioz fue un compositor de música dramática, del tipo que no requiere escenario, ni actores, ni luces. No hace falta ir a la ópera para seguir el gran drama de Fausto que compuso en música, él se inspiró, primordialmente en dos hechos: su fuerte deseo juvenil de escribir una pieza de Fausto y sus asiduas lecturas de Shakespeare. Así que, por así decirlo, de alguna manera Shakespeare proveyó —de la misma forma que creo Berlioz lo hizo con Fuentes— el modelo de la construcción dramática: escenas cortas, algunas más largas que otras, pero desconectadas, y cada una con su propia intensidad, tan dramáticas como era posible, cada una con sus propias características, tan profundamente psicológicas como era posible realizarlas, ajustándose con tan sólo una breve transición al siguiente momento de clímax en la cual otra situación es revelada.
            
En la contraportada, los editores de Alfaguara intentan explicar la trama de esta manera:
           
 «Dos historias, dos parejas, dos tiempos y dos pasiones. Una de éstas encarna en Gabriel Atlan-Ferrara, director de orquesta, y en Inez Prada, una excelsa cantante de ópera. La otra remite al primer encuentro de la humanidad entre un hombre y una mujer; esas pasiones rompen con todos los límites para consagrarse en una historia que comenzó en la prehistoria y continúa en una espiral infinita hacia el futuro.

Por un lado, participamos de un desencuentro amoroso que marca para siempre a los protagonistas; por otro, gozamos de la intensidad de la música de Berlioz, en su obra La Damnation de Faust. Esta dualidad posee el espejo de dos eras: la de un tiempo remoto y otro por venir, contenidas ambas en los reversos de un mismo sello».
            
No puedo —deber moral y literario— dejar pasar la oportunidad de citar este delicioso aforismo que encontré en la página veintitrés:

            «Sin embargo, pensó al enderezar sus pasos a la Festspielhaus, Montaigne tenía razón. Por más alto que esté uno sentado, nunca está sentado más alto que el propio culo».


Carlos Fuentes nació en 1928. Es un connotado intelectual y uno de los principales exponentes de la narrativa en lengua española. Tiene una vasta obra que incluye novela, cuento, teatro y ensayo.

Ha recibido numerosos premios, entre ellos los siguientes: Premio Biblioteca Breve 1967 por Cambio de piel; Premio Xavier Villaurrutia y Premio Rómulo Gallegos por Terra Nostra. Premio Internacional Alfonso Reyes 1979. Premio Nacional de Ciencias y Artes en Lingüística y Literatura 1984. Premio Cervantes 1987. Orden de la Independencia Cultural Rubén Darío, otorgada por el Gobierno Sandinista, en 1988. Premio del Instituto Italo-Americano 1989 por Gringo viejo. Medalla Rectoral de la Universidad de Chile, 1991. Condecoración con la Orden al Mérito de Chile, en grado de Comendador, 1993. Premio Príncipe de Asturias, 1994. Premio Internacional Grizane Cavour, 1994. Premio Picasso, otorgado por la UNESCO, Francia, 1994. Legión de Honor del Gobierno Francés, 2003. Premio de la Latinidad otorgado por las Academias Brasileña y Francesa de la Lengua, 2000.



jmc

2 comments:

  1. Jhon eres un crack investigando, me ha gustado mucho tu resena!

    Ramon

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  2. Carlos Fuentes, uno de los escritores más prolíficos y lúcidos del planeta...

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