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Sunday, January 8, 2012

Los fugitivos - Alejo Carpentier (1904-1980) Cuba


por John Montañez Cortez

El rastro moría al pie de un árbol. Cierto era que había un fuerte olor a negro en el aire, cada vez que la brisa levantaba las moscas que trabajaban en oquedades de frutas podridas. Pero el perro —nunca lo habían llamado sino Perro— estaba cansado. Se revolcó entre las yerbas para desrizarse el lomo y aflojar los músculos. Muy lejos, los gritos de los de la cuadrilla se perdían en el atardecer. Seguía oliendo a negro. Tal vez el cimarrón estaba escondido arriba, en alguna parte, a horcajadas sobre una rama, escuchando con los ojos. Sin embargo, Perro no pensaba ya en la batida. Había otro olor ahí, en la tierra vestida de bejuqueras que un próximo roce borraría tal vez para siempre. Olor a hembra. Olor que Perro se prendía del lomo, retorciéndose patas arriba, riendo por el colmillo, para llevarlo encima y poder alargar una lengua demasiado corta hacia el hueco que separaba sus omóplatos.



Exquisito inicio del cuento Los fugitivos, del gran escritor cubano Alejo Carpentier. Este relato obtuvo mención honorífica en el concurso anual de cuentos del diario venezolano El Nacional, de Caracas.


El negro Cimarrón y Perro —el cual había cambiado de bando— son los fugitivos del ingenio de don Marcial, de la esclavitud galopante, de los negreros, y de las cadenas de la injusticia histórica —la historia y los viajes fueron la fuente inagotable de la inspiración carpentierana— vivida en los ingenios de la colonia. Desafiando las mismas trallas y cadenas que usaban en el esclavo Cimarrón. 


Hay descripciones líricas notables del background escénico donde Cimarrón y Perro fluyen en el realismo mágico de Carpentier; fragmentos como: “El valle se desperezaba. A la apremiante espadaña, destinada a los esclavos, respondía ahora, más lento, el borbón armoriado de la capilla, cuyo verdín se mecía de sombra a sol sobre un fondo de mugidos y relinchos, como indulgente aviso a los que dormían en altos lechos de caoba.”


El esclavo fujitivo fue recapturado por su imprudencia y por el licor, Perro vivió la soledad y desasosiego. Cimarrón volvió a escapar y el reencuentro con Perro fue un clímax de justicia racional. Perro no estaría más sin la compañía de un humano, ni la de una compañera vital para él, perra gris.


Durante muchos años, los monteros evitaron, de noche, aquel atajo dañado por huesos y cadenas.”




Alejo Carpentier y Valmont fue un novelista, ensayista, musicólogo y periodista cubano de gran influencia en la literatura latinoamericana durante el famoso período del “boom”. Durante muchos años se creyó que había nacido en Cuba, pero en hallazgos póstumos se comprobó que nació en Lausanne, Suiza. De padre francés y madre rusa, Carpentier creció en La Habana y a pesar de su lugar de nacimiento europeo, siempre se auto identificó, con mucha convicción, como cubano a lo largo de su vida. Viajó extensamente, sobre todo Francia, Suramérica y México, donde se reunió con miembros prominentes de la comunidad literaria, cultural y artística de Latinoamérica.
Durante su visita a Francia cuando joven, Alejo Carpentier conoció y colaboró con muchas figuras del movimiento surréalisme francés. Absorbió gran parte de la teoría surrealista de sus contemporáneos, sobre todo de su colega y amigo el periodista parisino Robert Desnos.






JMC.-



2 comments:

  1. Esta muy bien el blog, no lo conocía hasta ahora, me pasaré más a menudo a leerlo. Aprovecho para felicitarte el 2012, un saludo!!

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    1. Muchas gracias por su amable comentario David, saludos desde Denver, CO.

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