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Friday, July 25, 2014

EL VIENTO LIGERO EN PARMA de ENRIQUE VILA-MATAS (1948) España

—por Alberto Hernández—

1.-
El último ensayo de El viento ligero en Parma, “El discurso de Caracas”, me alienta a acercarme una vez más a Enrique Vila-Matas. Publicado por la editorial independiente Sextopiso de España en 2008, este libro recoge una diversidad de asuntos que siempre han preocupado al escritor barcelonés: personajes de la literatura, reflexiones sobre la cultura, signos y símbolos de lugares, así como su presencia entre la ficción y la realidad, razón por la cual  estoy a punto de creer que el mismo fabulador  forma parte de una metaficción añadida a su larga lista de creaciones.

Digo del último ensayo porque toca de cerca nuestra naturaleza y milagros. El escritor, instalado en un hotel de la capital de mi país, fue asaltado por un ruido que lo sacó de su madrugada. La alarma de un vehículo lo condujo a desvelarse, pero más a desarrollar toda una historia acerca de ciertos sonidos que aún habitan en su memoria. En verdad, el autor catalán no se había percatado de algo que los caraqueños tienen siempre presente: el canto de grillos, ranas y aves, pero también el vértigo que produce el zumbido de un aparato que advierte la presencia de la diaria o nocturna inseguridad.

El hombre que estaba en la habitación y no pegó un ojo por la activación del dispositivo antirrobos, descubrió, al salir del cuarto y asomarse a la terraza que da al jardín, que no se trataba de tal cosa, sino de un pájaro tropical.

El bendito pájaro solitario de la noche caraqueña dio pie para que el ensayista mencionara al escritor venezolano Ednodio Quintero, citara a San Juan de la Cruz, aventara una travesía por diversos jardines donde William Carlos Williams fue parte de una experiencia en Coyoacán, lugar en el que comenzó a nacer El viaje vertical. También aparece Octavio Paz y un poema que aturde y aviva a la vez. Y luego hay otro jardín, en Madeira. Es decir, este trabajo concentra todo un viaje de recuerdos producidos por un extraño pájaro insomne,  instalado en el jardín del Hotel Ávila de Caracas. Pero el ensayo va más allá: hizo de ese pájaro solitario una metáfora, un abrevadero de experiencias, una lista de escritores que andaban solos en su canto y dejaron en el mundo (y al mundo) la escritura que hoy nos salva de la ingratitud.

Cierre insuficiente para volver atrás y leer este libro desde la primera página sin ninguna atadura geográfica. Con ese pájaro caraqueño comenzó al revés una lectura que se puede hacer a partir de cualquiera de sus títulos y quedar satisfecho.

photo: fr.wikipedia.org
2.-
Vago por el Gombrowicz que resume obra y vida, el que Vila-Matas repasa en bien dilatada biografía. Y así, sin dejar para el descanso, El viento ligero en Parma se convierte en un tejido en el que pernoctan Sostiene Pereira, aquella vieja  película de Faenza, con Marcello Mastroianni, y que tuvo mucho que ver con la escritura, una vez más,  de El viaje vertical, la novela que ganara en Caracas el Premio “Rómulo Gallegos”, quizá también cercana al jardín del pájaro solitario que trasnochó al autor.

Otras páginas que concentran la atención y condensan el imaginario de Vila-Matas están en el ensayo Bolaño en la distancia, título con paso de bolero en la voz de Luis Miguel, para ponerlo cercano, y tocar el mito hasta el cansancio. Bolaño se recorre solitario, como el pájaro, en sus Detectives salvajes, otra novela del “Rómulo Gallegos”, que nos atañe y nos abunda.
Los ensayos de este libro de Enrique Vila-Matas rozan su propia obra. En ellos está el fabulador, sus libros, la aventura de haberlos escrito, claves y momentos en que brotaron rodeados de otros autores que han consagrado sus novelas y otras búsquedas literarias. Él es parte de la experiencia de decirse. Vila-Matas es su autobiografía.

3.-
El ensayo que da título al tomo nos anima con La cartuja de Parma. Stendhal asoma su rostro. Es una nota de viaje, una nota que se reconoce en cada monumento, personajes y calles que recorre el autor con la felicidad de saberse en casa. Como saberse en la Cartuja, una estancia, una finca fuera de la ciudad, tan anodina que nadie da con ella, sólo la encuentra el que no se ha despegado de la pasión por la lectura, por los fantasmas que revolotean alrededor de quien la busca. ¿Dónde estará Fabricio del Dongo? Nadie sabe. Las veces que Vila-Matas ha ido a Parma no ha estado en la Cartuja, un símbolo oculto, un secreto que despejan las palabras de nuestro autor, pero sin decir mucho. Sigue entonces Stendhal, entre rojo y negro, sonriendo en su eternidad.

Quien quiera adentrarse en esta pieza del también autor de Bartleby y compañía debe adquirir visa y anotarse con tiempo en cada uno de los títulos que dejamos a buen resguardo, con la intención de que otro lector más avispado que éste los ausculte y los eleve.

Queda de parte del escritor español regresar al Hotel Ávila y reconocerse en el pájaro solitario.





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