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Thursday, April 17, 2014

LA SOLEDAD DE GARCÍA MÁRQUEZ (1927-2014) Colombia


—por Alberto Hernández—

1.-
Hace pocas horas se murió García Márquez a la orilla de un río imaginario cercano a Macondo, en México, donde también está Comala, referencia mítica de la literatura latinoamericana. No murió solo, pero tenía en la soledad su más estricto tema, su más cercano muelle para llegar al mundo que lo hizo posible luego de haber conocido el hielo y los malabares de Melquíades.

En El olor de la Guayana, conversaciones con Plinio Apuleyo Mendoza, Gabriel García Márquez respondió al periodista acerca del libro de Macondo, si éste era el centro de su mundo, el tema de su libro. El novelista habló del asunto que más lo preocupaba:

—El libro de la soledad. Fíjate bien, el personaje central de La Hojarasca es un hombre que vive y muere en la más absoluta soledad. También está la soledad en el personaje de EL Coronel no tiene quien le escriba. El Coronel, con su mujer y su gallo esperando cada viernes una pensión que nunca llega.
Y está en el alcalde de La Mala Hora, que no logra ganarse la confianza del pueblo y experimenta, a su manera, la soledad del poder.
Y así hasta El Otoño del Patriarca y, por supuesto, Cien años de soledad.

La soledad nunca dejó de estar en las páginas de este premio Nobel que imaginó el mundo y lo escribió en medio de una totalidad solitaria.

Admitió el autor colombiano que es un tema de todo escritor, que no ha dejado de estar en la memoria del mundo. Que ha sido compañía permanente del hombre. La soledad como designio, como marca de fábrica del ser humano.

2.-
Quien navegue por las páginas de Cien años de soledad se dará cuenta de que todos los personajes “no tendrán una segunda oportunidad sobre la tierra”, como dice la última línea de la novela. Sería un siglo de silencio, de la arraigada soledad. El recorrido por la obra, entre los linderos de los ecos provocados por los tantos asuntos tocados por el escritor (novela total al fin), desemboca en un pesimismo de aquel pequeño mundo por el que se movían los fantasmas del autor. La soledad de aquellos pueblos, la soledad de quien la invocaba, la soledad de quien escribía sus obras luego del horario como redactor de revistas y periódicos. Una soledad que empujó al autor a irse a otra soledad. Era la Colombia torturada por su propia historia: García Márquez pasó por tantos lugares donde dejó la impronta de su silencio. En Caracas, en París, en Barranquilla, en México. De los amigos que dejó en Venezuela muchos hablaban de su alegría, pero también de su mirada interior, de su soledad, de un silencio que lo apergaminaba. Sabana Grande, La Candelaria, tantos sitios donde vivió y escribió crónicas y reportajes para sobrevivir.

Mientras tanto, se iba gestando la obra que luego lo catapultaría a la fama.
Desde La Hojarasca hasta Memoria de mis putas tristes, Gabriel García Márquez ha sido parte de una mitología. Inventor de ensueños y realidades, deja en este lugar llamado América la marca de su estilo, la huella de un sujeto, de un solo personaje, de un solo libro, que sigue consumiendo las horas de la soledad de un continente en permanente convulsión.

3.-
Antes de entrar de lleno en Vivir para contarla, García Márquez escribió: La vida no es la que uno vivió, sino la que uno recuerda y cómo la recuerda para contarla. Y, en efecto, vivió largamente una vida y dejó muchas otras en páginas que se han regado por el mundo. Son tantas vidas que las recordó todas y las hizo una, solitaria, extensamente vivida, celebrada, acontecida, criticada.

Estas cortas líneas las dejo en el aire, en el mismo instante en que Gabo pasa a ser un duende solitario y ausente, porque la eternidad es la más cruel de las soledades.

Así como los muertos en las novelas de García Márquez siguen envejeciendo, así seguirá haciéndolo García Márquez en la suya, pero al contrario de los muertos literarios, el Gabo es un muerto tan vivo que seguirá dando de qué hablar.





1 comment:

  1. Adios maestro! Ahora nos quedan 200 agnos mas de soledad sin tu pluma magica y querendona. Gracias por tu ficción.

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