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Monday, October 16, 2017

El huevo de la Iguana de Carlos Calderón Fajardo

—por Luis Fernández-Zavala  Ph.D. (*)—

"Yo había querido cambiar de piel como las iguanas, es lo que hace un novelista: no es otra cosa que un cuentero de los eventos visibles y no visibles. Un captador de sortilegios y un inventor de metamorfosis”. C.C.F.


Carlos  Calderón Fajardo dejó de existir físicamente en el 2015; fue un prolijo escritor peruano que obtuvo un reconocimiento más internacional que local. Ganador de varios premios literarios entre los que destacan: Concurso Nacional Jose María Aruguedas (1974), Premio Unanue de Literatura (1981), Premio Gaviota Roja (1982); Premio Hispamerica de cuentos (1985), fue  finalista del Premio Tusquets de Novela (2006). Durante los últimos años de su vida, después de jubilarse como profesor universitario, llegó a escribir hasta dos novelas por año.  Sin embargo, aun con una producción amplia  y reconocida en algunos círculos literarios europeos, no llegó a tener la popularidad nacional de la que han gozado otros escritores peruanos contemporáneos.

La edición que comentamos en su versión final de 425 páginas, una carátula sugerente e impresa en papel de color rosado tenue: El huevo de la iguana (Editorial San Marcos 2007), ha tenido su propia historia. En su primera versión fue ganadora del Premio Gaviota Roja en 1982, bajo el título La conquista de Maravilla publicada una primera parte en 1983 como Así es la pena en el paraíso. Luego, en 2007, veinticuatro años después, se publica una versión con 200 páginas menos. Este proceso de condensación –demandada por la editorial– hizo que el autor le asignará el título actual porque concluyó que después de la drástica reducción y casi treinta años más tarde, ya era otra novela.

Talara, la ciudad petrolera en la costa norte del Perú, es el paisaje que el autor escoge para presentarnos, según sus propias palabras, “la lucha épica entre la modernidad y la tradición, entre el mito y la historia, entre la razón y lo sobrenatural. Entre lo material depredador y el espíritu vital de un pueblo”.  No es pues la “historia de Talara”, sino cómo sus habitantes viven y explican los acontecimientos que van modelando sus vidas.

De la voz de Claudio desde cuando era estudiante de secundaria (1956) hasta cuando es ya mayor (1983), se van a ir desprendiendo los acontecimientos que marcaron tanto su vida como la de sus amigos del colegio donde “todo el mundo creía en aparecidos, y eso era más real que aquello que la gente suele llamar realidad”.   

La azarosa vida de Talara dominada por la extracción petrolera de la International Petroleum Company y después de nacionalizada, por Petro-Perú origina desbalances que  podrían ser curados recurriendo a las fuerzas espirituales que están inmersas en su paisaje: el mar, el desierto, su fauna, y dentro de esta, la iguana.

        El mar, un espíritu muy poderoso, igual que el desierto. Son esos espíritus   tan fuertes porque allí viven la mayoría de los espíritus.

Los encargados de reinstaurar el balance manejando estas fuerzas son los chamanes de las huaringas (lagunas incas), aquellos personajes que pueden comunicarse con los espíritus y que nunca mueren sino que se transforman en animales y siguen su tarea de equilibrar el desbalance de los acontecimientos. Uno de estos chamanes es Anacleto Ancajíma que para cumplir su misión se trasformará de maestro chamán en un brujo cuando decide robar el alma de un perverso comerciante.

En este mundo de existencia paralela, la suerte de los chamanes o maestros curanderos se ve amenazada  por los "pumas rojos hijos de la razón” que no son otros que los alucinados Senderistas; así mismo, por los “pumas negros hijos de la violencia, la ley” que justifica el asesinato por la razón”, es decir las fuerzas represivas del Estado. Ambas fuerzas negativas pretenden aniquilar la influencia de los chamanes en la vida de los talareños.

Claudio narrará la tragedia de Toño Farías, líder de la banda de estudiantes, y Encarnación Zapata (Maravilla) como continuación de una tragedia anterior: el asesinato de sus padres sindicalistas. Fruto del amor de esta joven pareja (que no es casual que se amen siendo los dos hijos de sindicalistas asesinados) nace su hijo, Antonio Farías Zapata, con la piel de una iguana negra.

Es que Toño y Encarnación habían tenido un hijo cuya alma era una iguana negra. Un niño que un día se enteraría cómo fue la muerte de sus ancestros a través de lo que le contaría un búho. Y desde que ese niño con cuerpo humano y alma de iguana negra se enteró de la verdad de su linaje empezó a tramar su venganza.
La pregunta que se suspendía del cielo era ¿cómo así el huevo de una iguana había ido a parar  a la barriga de Encarnación Zapata? La respuesta a esa interrogante solo era atribuible a la brujería.

Para el autor la iguana con su poder de transformación, adquiere varios significados reales y metafóricos. Por una aparte nos señala en una entrevista  que un escritor como él quiere ser como la iguana: cambiar de piel, mimetizarse, para poder escribir sobre la realidad de una manera diferente. Tanto el autor, como Claudio, refieren que encontraron su razón de ser como escritores cuando la iguana los poseyó: “Entonces recuerdo que salió una (iguana) y se me quedó mirando fijamente. Solo a mí. En ese momento, como si fuera un animal totémico, sentí que algo se introdujo dentro de mí. Allí fue cuando nací como escritor.

En términos de la metáfora la iguana representa un espíritu siempre alerta susceptible de tomar muchas formas y es indestructible, solo cambia de color, de forma. Su devenir es circular. La vida también tiene estas características y es como  el huevo de la iguana, ovoide.  Sin embargo, cuando existe un desbalance y las contradicciones humanas se van acumulando, el poder la iguana de transformarse también tiene una carga negativa (la iguana negra), ya no cambia y evidencia lo desbalanceado que está el mundo anunciando que algo va pasar.

En la novela hay dos tonos en la voz de Claudio manejado con mucho esmero. Cuando Claudio narra los acontecimientos personales sucedidos en Lima manifiesta un vacío y una desavenencia con el mundo más racional de la capital (¿carente de mitos de interpretación?) y  sus problemas sentimentales son presentados más unívocamente con una narrativa más precisa y puntillosa. Cuando Claudio narra los acontecimientos en Talara su vocabulario y  sus expresiones se tornan ciertamente engorrosas y esotéricas. Claudio vive y se expresa como parte de dos mundos irreconciliables y para hallar su centro regresa a Talara a ver el desenlace de las tragedias originadas años atrás. Aquí, en Talara, sí puede entender la vida. Todo ha cambiado en la ciudad que el ya no reconoce físicamente, pero los mismos espíritus pululan y la última palabra la tienen los chamanes, el desierto, el mar, la iguana.



(*) Autor de El guerrero de la espuma y otras tantas despedidas” (Pukiyari 2104) disponible en Amazon, Barnes & Nobel, Peru Ebooks, Allá en Santa Fe.




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